Jesús perdona nuestros pecados siempre que acudimos a Él.
Jesús, el domingo de Resurrección, instituyó el sacramento de la Penitencia y dio a los apóstoles y a sus sucesores la potestad de perdonar o de retener los pecados en su nombre.

Qué es el pecado. Grave (mortal) y leve (venial).
Es una aversión a Dios mientras se da una conversión hacia las criaturas (san Agustín). El pecado es un desorden objetivo que va contra la razón, la verdad y la conciencia. Es mortal cuando destruye la caridad y la amistad con Dios y nos separa de Él, al violar preceptos objetivos mandados por Dios. El pecado venial enfría el amor de Dios.
Dios sólo nos prohíbe aquello que nos hace daño al alma. Sí, Dios nos prohíbe únicamente aquello que nos conduce al egoísmo y actúa en contra de nuestra ordenación natural y sobrenatural.

¿Qué cosas son necesarias para confesarse bien?
Las cinco cosas necesarias son: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia.

La alegría y la sinceridad para acudir a la Confesión porque Cristo nos perdona siempre.
Agradecimiento a Dios porque por la Confesión nos libramos del mal del pecado.
Evitar el egoísmo de girar entorno a nosotros mismos, porque todo pecado es egoísta y al egoísta lo abandonan hasta sus amigos.
Aprender a perdonar, recibiendo el perdón en la Confesión.
Fomentar el deseo de la Confesión frecuente que nos hace penitentes y amigos de Jesús.

  • Conviene acudir a la Misa dominical con los hijos y que vean que nos confesamos con cierta frecuencia.
  • Podemos presentar a nuestros hijos al confesor habitual para que lo conozcan y sea más fácil acudir a confesarse.
  • Es necesario fomentar la devoción a la divina misericordia, ejemplificada en el padre de la parábola del hijo pródigo, para aprender a volver a la vida de la gracia si tenemos la desgracia de perderla.