bautismoQuien recibe el Bautismo se hace “una nueva criatura”.

Limpios del pecado e incorporados a la Iglesia, recibimos la gracia, nos hacemos hijos de Dios y recibimos la semilla de las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) así como los dones del Espíritu Santo.

El bautizado se santifica por la acción del Espíritu Santo y como testigo de Cristo está llamado a ser sal y luz para los demás.

¿Por qué los padres llevan a sus hijos a bautizar?

Porque quieren que los hijos, junto a la vida natural, reciban la vida de la gracia y sean como ellos miembros de la Iglesia.

¿Por qué la Iglesia bautiza a los niños?

Porque nos libera del pecado original y nos da la vida nueva de los hijos de Dios.

¿Es necesario el Bautismo para la salvación?

El bautismo es necesario para la salvación de todos aquellos a quienes el Evangelio ha sido anunciado y han tenido posibilidad de pedir este sacramento.

¿Cuáles son los efectos del Bautismo?

El sacramento del bautismo nos hace hijos de Dios a imagen de Jesucristo y miembros de la Iglesia. Por el bautismo somo lavados del pecado original, morimos a todo pecado y nacemos a una vida nueva.

“Si me amáis, cumpliréis mis mandamientos” enseña Jesús a los discípulos. Los mandamientos de Jesucristo se orientan todos al mandamiento del amor: que os améis unos a otros. Más en concreto, la Iglesia nos enseña los mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia. Éstos no son ataduras que quitan la libertad, sino indicaciones para que seamos fieles a Dios de acuerdo con nuestra naturaleza de criaturas.

Dar gracias a Dios por el Bautismo. Porque por el Bautismo nos hacemos hijos de Dios, y somos amados por Él. Dios nos quiere más que todos los padres y todas las madres del mundo juntos. Todos los días al levantarnos y ofrecer todo lo que vamos a hacer a Dios, podemos darle gracias por habernos hecho hijos suyos.

Sentirnos responsables para ayudar a los otros hijos de Dios.

Somos hermanos de todos los hombres, porque somos todos hijos del mismo Padre, por eso hemos de tener un corazón grande para querer a todos. Les podemos ayudar con nuestro buen ejemplo, cumpliendo nuestro deber de cada día, y ayudándoles a que se den cuenta de lo bonito y lo grande que es ser hijo de Dios y que merece la pena esforzarse por cumplir sus mandatos.

Portarnos como hijos buenos de nuestro Padre Dios.